Si desde que naces hasta el día de tu muerte convives con la lluvia, escuchando truenos, viviendo en días nublados y grises, nunca nada de esto te parecerá anormal. Todo será como respirar. Formará parte de ti como lo forman tus manos, brazos... No te sorprenderá, ni te impresionará. No te gustará ni lo odiarás. Es la rutina, es tu vida.
Pero, sin embargo, si toda tu vida la pasas en un lugar soleado, sin nubes, ni lluvia. Y un día empieza a tronar, a diluviar, no creo que olvides ese día. Todo será nuevo para ti, sentir la lluvia sobre ti, las aceras mojadas, relámpagos en el cielo... Será algo impresionable, algo que no olvides nunca, Algo que hay personas que no son capaces de apreciar.
Porque lo normal, la rutina, lo cotidiano, no nos altera el corazón. Por muy simple que sea algo, si no es parte de nuestra rutina, si es un día de otro color, un pico en nuestra línea recta, un sonido en el silencio de nuestra vida, siempre será mejor que lo común. No conviertas las personas en personas cotidianas, no me conviertas en rutina.
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