miércoles, 16 de noviembre de 2011

¿Amamos la jaula o su contenido?

El tú del que yo me enamoré no es el tú de ahora. Me enamoré de un alma, o llámalo como quieras, se hospedó en su cuerpo y con su sonrisa consiguió que todas y cada una de las partes de mi cuerpo se estremecieran de tan elevada felicidad. El tú del que yo me enamoré me quiso y me querrá para siempre, y prometió ser incapaz de hacerme daño. Ese viajero que pasó por la cárcel de tu cuerpo, donde ahora habita alguien que no logro conocer, el viajero que pasó meses conmigo, desprendía tal amor y afecto que ni el adjetivo más hermoso lo definiría.

A veces pienso que todo fue producto de mi imaginación, que estuve soñando. Otras, sin embargo, me llena la mente una realidad de pasadas mentiras. Pero hoy, he optado por pensar que en realidad, has existido y que, si ahora no estás aquí, conmigo, es porque estás en otro lugar mejor. Y eso me alegra. A los ángeles como tú, viajero desaparecido, querido producto de la imaginación, resultado de un corazón roto, alma irreconocida, solo le pueden ocurrir cosas buenas.

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