miércoles, 9 de febrero de 2011

Dolor.

Me duelen muchas cosas, pero hoy me centraré en el dolor que me causas; me duelen tus ojos, tu pelo, tu boca y el dedo pequeño del pie derecho. Me duele recordarte y que me olvides. Me duele que rías sin mí y que cuando llores, no sea por mí. Me duele caer y que no me recojas, al igual que me duele sostenerte y que no me lo agradezcas. Me duele que no comprendas mis palabras y que no mires mis miradas. Me duelen cientos de poemas que tratan sobre ti. Me duelen todas y cada una de estas noches. Me duele lo que piensas y no ser parte de ese pensamiento. Me duele estar contigo y alejarme. Me duelen tus movimientos, tus pasos, tu voz. Me duele tu energía y tu debilidad. Me duele la luz propia, a la misma vez que cegadora, que desprendes. Me duele el cálido tacto de tu piel. Me duele que seas feliz, pero también que estés triste. Me duele tu perfección y cada uno de tus defectos, tus errores y tus aciertos. Me duele que llenes todos mis días y que yo no pueda ni tener la capacidad de decir que yo figuro en tu vida. Me duele no poder vivir sin ti. Me duele que a tu lado el tiempo vuele. Pero sobre todo, lo que más me duele sin duda alguna, es que tú haces que este dolor me guste. Porque al fin y al cabo, la causa de mi dolor y de mi alegría, eres tú.

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